Revista Literaria Sak-Ha: El fantasma con azheimer

El fantasma con azheimer - Atzimba

Estiró los brazos, preparándose para abrazar al ser celestial en el túnel luminoso cuando un remolino nebuloso le dio tremendo revolcón y se encontró en un espacio oscuro.

En confusión absoluta, se trató de acicalar un poquito pero... qué sorpresa, sus manos atravesaban su ropón, al tratar de entrelazarlas ambas se cruzaron de un lado a otro.

Pero... ¿qué pasa?¿qué pasa? ¿por qué esto? ¿en dónde estoy? Alguien, ¡contésteme! Dió de manotazos. Se quiso poner de pie pero se percató de que salía a toda velocidad atravesando distintas estructuras: tierra, pasto, un montón de flores apiladas; apenas pudo ver a un grupo de personas llorando vestidas de negro, luego ramas de árboles, un pájaro que ni se movió al atravesarlo, más ramas y finalmente, azul. Todo era azul.

Cuando el impulso se le terminó comenzó a observar. Oh, qué lindo... esas bolas de algodón tan esponjadas, tan blancas...parecían...parecían... estiró la mano para tocar una y de nuevo la atravesó, pero se asustó muchísimo cuando miró su propia mano. Con la luz del día podía ver que era blanca, o ¿transparente? Y tenía apariencia de algodón aunque no era sólida. ¡¡¡ Soy una bolita de algodón!!! Comenzó a girar y girar flotando uy feliz. Mas de pronto tuvo una sospecha: las bolitas de algodón no tenían manos. Miró hacia abajo. Entonces distinguió un prado muy grande, tapizado de lozas todas iguales, con espacios de pasto alrededor, algunas tenían flores... y posó la mirada en el grupo de gente. Seguían llorando. Una de las personas llamó su atención. Bajó hasta estar al nivel del grupo lastimero. Había un mago con túnica. Debía ser muy malo, todos lloraban.

Suspiró. Los acompañaría un momento, se veían tan desconsolados. Curiosamente le parecía familiar el nombre de quien festejaban- aunque tampoco veía el pastel-, en un adorno de flores blancas y sin personalidad se leía: Lupe, te amaremos siempre. Vaya, pensó, pobre Lupe. Eso de ponerle Guadalupe tanto a varones como a mujeres era un desatino, ¿quién podría soportar llamarse Lupe?, Por favor. En fin, esa gente ya le estaba fastidiando, así que retomó su levitar y se alejó descubriendo el mundo a su paso. Se olvidó del túnel luminoso a unos metros.

- Y dígame, Aurorita, de qué murió Lupe?

- Ay, Anita, se metió a bañar en la jaula de los cocodrilos...

- Virgen purísima, pobre, el Azheimer ya le había quitado la entendedera... Menos mal que ahora que está descansando, seguro recuperará la lucidez y caminará hacia la luz del Señor.

- Sí, seguro.

FIN

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